12 d’abril del 2011

compartir contigo

Compartir la vida siempre ha sido una de las mayores aficiones de los humanos. Nos encanta proclamar a los cuatro vientos cuan felices somos. Nos enorgullece enseñar nuestros éxitos, nuestras victorias. Nos apasiona poder explicar nuestras batallitas, nuestros logros. Nos sentimos vivos cuando involucramos a los demás en nuestras historias. Cuando les podemos hacer partícipes de nuestro día a día, de nuestra vida.

Y este fin de semana, por fin, he podido proclamar delante de una parte muy importante de mi vida mi amor por Praga. Porque este fin de semana han confluido mis vidas, esas que estan separadas, esas que parecen líneas paralelas de tramvia que nunca se tocan. Pero esta vez lo han hecho. Lo han hecho y han dado lugar a un momento perfecto. A unos tres días intensos. Este fin de semana, por fin, se ha cumplido algo que hacía tanto tiempo que esperábamos, que imaginábamos. Se ha cumplido y hemos sido conscientes, lo hemos disfrutado. Pero también nos hemos lamentado porque ya haya sido.

Junto a Maria me he (re)enamorado de Praga, la he (re)descubierto, la he (re)vivido. Con ella me he dado el placer de, por unos días, volver a imaginar que pisaba las calles de esta ciudad de cuento de hadas por primera vez. He intentado aceptar esas mareas de turistas que vienen a invadir mi casa. Y lo he hecho más mal que bien, pero que importa porque ella estaba aquí. Y la vista que ha ofrecido el Letna ha hecho que mis ojos brillaran más que nunca. Porqué estaba con ella. Ella me ha hecho sentir orgullosa de mi elección, de mi hogar. Orgullosa de mi, de estos casi dos meses de aventuras, de mi gente aquí.

Pero ella ya se ha ido, y con ella ese regusto que te dejan las combinaciones raras. Ese regusto que me ha apasionado y que quiero volver a saborear con aquel que acepte el reto de venri aquí y no enamorarse.

0 opinions:

Publica un comentari a l'entrada