29 de març del 2011

continuar

Marzo se esfuma. Le quedan tres días y en mi cuenta personal ya hemos llegado al mes y medio. Pero desde el viernes tengo una duda. No sé si estamos en el 2010 o el 2011. Creía que el 2010 me había abandonado para siempre, pero se ve que nada es para siempre. O eso se ha empeñado en demostrarme Praga. No todo es bueno, ni todo es malo. No todo se arregla en un día ni dura para toda la vida. O eso es lo que me gustaría pensar, porqué sino no voy a salir de esta espiral en la que estoy metida desde hace más de medio año. Parece un círculo vicioso que no tiene fin. O almenos no se lo veo por ahora. Y necesito encontrarlo, porque empiezo a desesperarme. Me desespera pensar que esta es la tercera cartera, entre otras cosas. No puede ser. No me salen las palabras porqué no puede ser. Yo no era así. O sí y ahora me he descubierto,

A veces cambias de año, cambias de ciudad, de forma de vivir, de peinado. A veces optas por cambiar de amigos, de profesión, de pareja. A veces haces todos estos cambios en tu vida para dejar atrás fantasmas que te persiguen, pero la cosa no está en cambiar. La cosa está en tirar hacia delante, mirar a los ojos directamente y creer. Creer en uno mismo, en los demás. Creer en lo que sea, pero creer. Porqué al fin y al cabo, continuamos viviendo pase lo que pase y aunque creamos que perdemos la esperanza, seguimos creiendo en algo o alguien. Yo he cambiado de año y de ciudad, pero no sé en que creo.

22 de març del 2011

Hogar hay más de uno

De nuevo en República Checa, en Praga, en Mordor, en Hostivar, en la ciudad. A veces da lo mismo como llamemos las cosas porque su significado no cambia. Somos expertos en poner nombre a las cosas, cuando a veces no hace falta. Las letras, las palabras, muchas veces son incapaces de trasladar todos los sentimientos que queremos transmitir cuando unimos esos sonidos. Ahora mismo, todos estos nombres son sinónimos de casa, de hogar, de lar. En un mes y una semana este edificio soviético llamado Hostivar, a una media hora del centro de Praga, se ha convertido en mi casa. Ya me he adaptado a esa moqueta que absorbe todo lo que hay encima de ella, a despertarme con los pies de Júlia en la cara, a no poder cocinar, a tener la comida en una nevera en el pasillo con candado, a la false pregnant, a las camas que no son camas, a tener la espalda hecha polvo las 24 horas del día. Ya no se me hace raro comer allí donde estudio, o comer en el suelo en el pasillo, o no cocinar porque en la cocina no cabe nadie. Ya no se me hace raro coger el supertram, al frío de la habitación, que se nos caiga el techo del baño cuando nos duchamos, que Carmen nos pueda contestar viviendo en el piso de arriba.

De hecho no es que no se me haga raro, es que sin esto ahora no puedo vivir. Suena raro, pero un fin de semana sin ver a la gente o sin ver mis fotos colgadas en esa pared tan sucia, se me hace muy raro. Porque ahora este es mi presente, es mi vida. Una falsa vida durante cinco meses. Una falsa vida que es tan real que nadie puede creerse.

16 de març del 2011

y la vida sigue

No estaba presente en Praga para poder celebrar con ella este mes de relación. La abandoné por Budapest durante tres días y no pude celebrar con ella esa fecha, decirle cuánto le agradezco su existencia, cuánto la comparo con las demás. Eso lo pensaba el día que hacía un mes, mientras observaba el Danubio desde el bastión de los pescadores. Ahora, tres días después no sé si estar aquí es lo correcto. Debería estar en Mallorca. O quizás no, porqué no puedo hacer nada. Pero la distancia me vuelve a comer por dentro, como hace quince días. Vuelvo a sentir la impotencia. Me corroe pensar que estoy aquí, y no seré hipócrita, feliz, mientras otros están allí. Me preocupo, claro, y también lloro ¿cómo no voy a hacerlo? Pero aquí, contigo Praga, todo es tan diferente. Ha pasado un mes en que cada día he descubierto más cosas. He hecho tanto pero tengo la sensación que he hecho tan poco. He hecho amigos, a los que ya quiero. Es de esas sensaciones que siempre me han parecido extrañas. ¿Cómo puedes llegar a querer a una persona que hace menos de treinta días todavía no existía en tu vida? ¿Cómo puede ser ahora un pilar básico en tu vida? ¿Cómo puedes pensar que vas a echarla tanto de menos cuando todavía la tienes que conocer más, cuando todavía tienes que compartir tanto con ella? Es raro esto de los sentimientos. Muy raro.

Y aunque ha pasado un mes, y aunque os dije que era consciente de que estaba aquí, creo que realmente no lo soy. Todavía me sorprende girar Narodni Divadlo y encontrarme con el castillo y el moldava. No sé si seré capaz de asimilar la belleza que irradía esa postal. Creo que nunca podré captar todos y cada uno de los detalles. detalles que son todavía más preciosos ahora que Praga se despierta con un sol que empieza a calentar. Porqué estás mucho más bella que cuando nos conocimos. Más bella, pero más usada. Porqué, irónicamente, odio los turistas que se pasean por tus calles. Me cansan. ¿Pero qué soy yo?

Y me tienes hambrienta. Hambrienta de vivir, de soñar, de experimentar. Hambrienta de descubrir hasta dónde puedo llegar. Porqué sé que esto pasa una vez en la vida, como mucho dos, y quiero aprovecharlo. No quiero nada de lamentaciones, que en realidad no han existido estos días. No quiero recordarlo y pensar cuánto me dejé por hacer. También me tienes hambrienta de verdad, Praga. Necesito comida a todas horas. No sé si será por el frío, porqué Gonzalo siempre come chocolate y galletas o porqué somos unos abuelitos a los que nos gusta compartir pasteles. Pero Praga, me haces tener hambre.

Hambre y risas. Y belleza. Y esperanza. Me das la ilusión cada mañana. Porqué se que estás allí y me deparas algo nuevo. Ya no me molesta cuando el sol me despierta a las 7 de la mañana y me avisa de la llegada de un nuevo día. Me gusta esta incerteza de no saber qué va a ser de nosotras hoy. Si vamos a terminar saliendo, cenando juntos o hablando hasta las tantas. Si vamos a ir al Vagon, a comer al Einstein (ahora conocido como Templario) o al Atmosphere. Si iremos a un piso o nos quedaremos justo aquí, en Mordor. Si me enseñarás siempre tu misma cara o me darás la oportunidad de perderme en alguna de tus calles.

Así que llegados a este punto, brindo por este mes, por los paseos que me esperan, por los amigos que me quedan por hacer, por los que no voy a olvidar. Brindo por mi, por ti, por Praga. Brindo porqué este amor sea eterno.

7 de març del 2011

Pisar lo malo

Hoy era lunes. O eso intentaba decirme mi ordenador, mi móbil y mi calendario. Porqué yo no he notado la diferencia. A mi tanto me da que sea viernes, sábado, domingo, lunes o martes. Para mi, todo eso es fin de semana. Por eso no puedo decir que haya empezado todavía la semana. O sí. Solo sé que estamos a 7 de marzo y empezamos la cuarta semana en Praga. En Praga dónde las gafas de sol ya empiezan a ser un accesorio continuo en el bolso, igual que todavía lo son la bufanda y los guantes. Pero hace sol y Praga todavía es más bella. Pero los turistas también crecen exponencialmente a medida que aumentan los grados. O mejor dicho, a medida que no bajan. Porqué aumentar aumentar, no aumentan.

Y como digo, hoy era lunes. Y empieza esta nueva semana que espero de todo corazón que sea mejor que la anterior. O almenos tiene pinta de serlo. Sobretodo, toca Budapest. Toca un fin de semana para olvidar y poner en segundo plano, toda esta semana que ha pasado. La peor hasta ahora, pero eso no quiere decir que horrible, ni mucho menos. Darse cuenta de que se está aquí, tener la cabeza más en otros sitios que aquí, preocuparte por los que están lejos, echar de menos. Esto me ha tocado esta semana. Pero para valorar lo bueno, hay que pisar lo malo.

5 de març del 2011

Espacio

Según la real academia de la lengua española, la palabra espacio tiene un total de 15 acepciones. Entre todas, mi espacio es "Distancia entre dos cuerpos". Nunca noto la distancia, ni el espacio, porqué soy de la teoría que siempre llevas cerca a las personas que quieres. Siempre están contigo vayas donde vayas, hagas lo que hagas. Pero ahora, esta mierda distancia, este mierda espacio me está comiendo por dentro. Me come por dentro tener que ver las cosas por skype, no poder abrazar a la gente, dar un beso, decir cuanto te quiero sin tener una pantalla delante. Me come por dentro pensar que estoy aquí, a 3 horas en avión, de casa, de la gente. Me come por dentro, pero ahora, ahora toca ser fuerte y las lágrimas ya volverán otro momento.

Espacio

Según la real academia de la lengua española, la palabra espacio tiene un total de 15 acepciones. Entre todas, mi espacio es "Distancia entre dos cuerpos". Nunca noto la distancia, ni el espacio, porqué soy de la teoría que siempre llevas cerca a las personas que quieres. Siempre están contigo vayas donde vayas, hagas lo que hagas. Pero ahora, esta mierda distancia, este mierda espacio me está comiendo por dentro. Me come por dentro tener que ver las cosas por skype, no poder abrazar a la gente, dar un beso, decir cuanto te quiero sin tener una pantalla delante. Me come por dentro pensar que estoy aquí, a 3 horas en avión, de casa, de la gente. Me come por dentro, pero ahora, ahora toca ser fuerte y las lágrimas ya volverán otro momento.

1 de març del 2011

punto de inflexión

Y debería estar leyendo las lecturas para mañana, pero me llama más esta página en blanco que quiero llenar con cosas que no sé ni si saldrán y menos aún si tendrán sentido. Hace 16 días. Os váis a cansar de leer cuántos días hace que llegué aquí, pero es que me sorprendre todavía levantarme viendo los pies de Júlia.

Creo que este fin de semana ha sido el fin de semana de inflexión. Ya he puesto mi lavadora, he colgado mis fotos, he ordenado mi mesa y he limpiado mi habitación. Este finde ha sido el punto en que puedo decir que ha empezado mi Erasmus. porqué me he dado cuenta que no sentiré la brisa del mediterraneo, ni comeré sandía hasta finales de Julio. Me he dado cuenta que ya empiezo a saberme las paradas de tramvia, a conocerme las calles, a haber paseado por la mitad del mapa de la ciudad. Y esto, esto no sé si me pone triste o me da que pensar en todo lo que tengo que hacer aquí.

Sólo sé que hoy me he dado cuenta que echo de menos. Y mucho. Echo de menos Barcelona y Mallorca. Mallorca y Barcelona. Mis vidas, mis gentes y mis rutinas. Pero adoro lo que tengo estos días, aunque este fin de semana haya sido light, aunque haya tenido mis momentos de reflexión, aunque haya estado más out que in. Pero es que hay días en que pienso demasiado, y lo sabéis, y todo me come por dentro, y me llegan esas dudas existenciales de si hago lo correcto con mi vida.

Pero ahora sé que cuando me entren esas dudas, cuando tenga que elegir dónde hacer prácticas o cuál es la mejor elección para aquel día, sé que tengo que irme al río, observar la preciosidad del castillo y pensar que estoy delante del mediterraneo. Porqué el Moldava será mi nuevo mar.