4 d’abril del 2011

esto empieza a funcionar

Es domingo según el calendario que tenemos colgado en la habitación. Un calendario que se empeña en mostrarnos una Praga soleada que destaca la Iglesia de San Nicolás. Es domingo, 3 de abril, y con él termina una semana más. La séptima. El mes y tres semanas. Termina, empieza o continua (¡qué más da!) una semana que ha ido in crescendo y que ha puesto, poco a poco, las cosas en su sitio. Con diferente compañero de habitación han pasado estos 10 días sin Júlia. Estos 10 días que son una eternidad, pero que no son tanto. Contradicciones de la vida. Contradicciones del Erasmus.

Esta semana el sol ha sido el principal protagonista de Praga. Y de mi vida. Una vida que ahora mismo no sabe de futuros, aunque otros la tengan planeada al milímetro. Una vida que se queda en el presente y se ahoga cuando piensa más allá de setiembre. Una vida que poco a poco se ha ido adaptando a Praga, con más facilidad que dificultades. Una vida que ahora quiere vivir, porqué cuando se superan momentos difíciles, siempre te levantas con más fuerzas, con más ganas, con más ansias. Y ahora, estoy en ese momento. Porque esta ha sido una semana clave. Diría que otro punto de inflexión. Desde Mallorca, por fin, llegan noticias buenas. Y aquí, a quilometros de allí, las buenas noticias crean buenas noticias. Más por más, es más. Y sino, que se lo digan a Dresden, que ha ayudado demasiado.

Dresden ha hecho que tenga que empezar a tragarme mis palabras. Yo, esa mallorquina tan mallorquina, amante de Mallorca y odiante de Alemania y sus alemanes. Este fin de semana ha hecho que me tenga que empezar a replantear mis ideas. Y eso, no es malo, para nada, pero me sorprende. Este ha sido el fin de semana de la tranquilidad, de los helados, de no pensar. De disfrutar, de encefalograma plano, de comer. Ha sido la ciudad del biergarten, el césped y el río. La ciudad del Brunch y los modernos. Dresden ha sido la ciudad que me ha vuelto a demostrar que no siempre puedo estar a la altura y que los prejuicios son esos, prejuicios. Y esto me gusta redescubrirlo aquí, en centroeuropa, en un erasmus que aunque suene a tópico, me está cambiando.

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