1 de maig del 2011

y continuamos viviendo

1 de Mayo. Tanto por celebrar. Tantas cosas. Día del trabajador, día de los enamorados en República Checa, día de la madre, día que los checos entraron en la Unión Europea. Y para mi, día de relax, día de pensar, día de disfrutar. Pensar que empieza un nuevo mes aquí, que ya pasamos una hoja más de ese calendario conjunto con Júlia. Pensar que aunque no queramos, este sueño tarde o temprano terminará. Todo este presente de cenas, tardes de no hacer nada, viajes, sonrisas cómplices, carcajadas que nacen de las entrañas, amoríos, deseos y amistades se quedará en stand by. Se quedará, en honor a mi querídisimo Kapuscinsky, en la cinta de la memoria. Esa memoria que al principio nos torturará pero que, como siempre, acabaremos aceptando.

Día de disfrutar de esos pequeños placeres que tanto anhelo, que tanto hacen sentir vivo. No hay nada mejor que unos amigos, una buena música, un sol, un picnic, un relax. Y porqué no, unas cartas. Y todo con un único fondo: la ciudad de Praga. Una ciudad que cada día está más bonita, con esos colores anaranjados de atardeceres, esos cerezos en flor y esos rayos más fríos que cálidos aunque, como ya he dicho, empiece Mayo. Una ciudad que la veas desde el Letna, el castillo, Petrin o Vysherad siempre está hermosa. Siempre es diferente, aunque siempre destaquen esos 8 puentes del Moldava, esas agujas de Tyn y esa torre de televisión. Aunque siempre me quede rato analizando e interiorizando ese paisaje para cuando esté en España poder rememorarlo hasta el mínimo detalle. Porqué lo mejor de todo, cada día que pasa, Praga y esta familia se me clavan más y más, porqué Praga me permite ser tal y como soy.

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